domingo, 20 de junio de 2010

Bogotá y la revancha pachanguera

Todo fue felicidad esos primeros días en Bogotá. En lo único que pensábamos era en ensayar para llegar de la mejor forma a Europa, tocar en el Festival Internacional de la Música de Belfort, al noreste de Francia, y después salir de gira por tres meses recorriendo Francia, Italia y España, aprovechando el verano europeo.
Si vienen leyendo el blog, ya todos saben cómo siguió esta historia. En un acto de discriminación implacable, la embajada francesa le negó la visa a nuestros hermanos colombianos. No fue la primera vez que habíamos advertido este tipo de segregación para con los colombianos (en Ecuador, particularmente, odian a los colombianos, a tal punto de que en el hostal en donde yo me alojaba en Montañitas no permitían colombianos).
Pero esto fue de no creer. Teníamos una carta de invitación firmada por el Alcalde de Belfort para participar en el festival, además de que los chicos habían presentado en la embajada recibos de cuentas bancarias y comprobantes de propiedades en Colombia, como para demostrar de que nadie iba a quedarse a vivir o trabajar en Francia. Pero no, ellos simplemente nos partieron un sueño en pedazos estampando un sello de visa denegada, sin tener el coraje de dar ninguna razón porque quedaría al descubierto semejante acto de xenofobia.
Lamentablemente, las únicas noticias que se escuchan en el mundo sobre Colombia están vinculadas con el narcotráfico, el terrorismo y el delito. Por suerte esto está cambiando, y digo por suerte porque hace falta visitar este país para conocer lo que es su gente. Colombia es un país diferente a todos, intenso, donde casi no hay turistas (por suerte también) y donde vive uno de los pueblos más felices del mundo. Y nunca nos han tratado tan bien como en Colombia: la gente es increíblemente amable, solidaria y hospitalaria (y me quedo corto con los adjetivos).
Pero las malas noticias para Pachanga no pararon ahí. Javier, guitarrista de Pachanga y profesor de filosofía, de 33 años, que hacía rato se debatía entre la vida de músico itinerante, el living la vida loca o establecerse y sentar cabeza, después de la noticia de la visa denegada decidió esto último y nos anunció que dejaba la banda para dedicarse a la filosofía y a su novia francesa.
Qué difícil fue para nosotros soportar semejante sacudón, un golpe que nos dejó medios grogui sin saber qué hacer. De repente, se nos escapaba de las manos la oportunidad de nuestras vidas, la primera y tal vez única chance que tuvimos de "pegarla" y, de yapa, se nos iba el alma de la banda, el mayor compositor del grupo y el menos conflictivo de los cuatro (porque ese Nenei sí que es un verraco).
Pero con Mauricio y Valerio decidimos seguir con Pachanga hasta sus últimas consecuencias. A mí, la oportunidad de oro que perdimos, más que bajonearme me terminó de convencer de que nosotros podíamos, de que en algún momento, si seguíamos todos tirando para adelante, algo podría pasar con la banda. Y sobre todo después de escuchar las basuras que están pegando acá en Colombia, como Bomba Stereo y Sistema Solar, y lo que está sonando en Argentina (se me revolvió el estómago al escuchar una banda llamada “Banda de turistas” que era presentada en el programa de televisión “La Viola” como el nuevo rock argentino).
Sin perder tiempo, nos pusimos a buscar bajista y así yo daría el paso lógico hacia la guitarra. Al poco tiempo de que mandé un mail a todos mis amigos músicos para ver si alguien se quería sumar a esta experiencia, me respondió Jaime Nazareno Reyes, un viejo compañero de mis días de estudiante de música en el ITMC de Buenos Aires. Así que en un mes tendremos en Pachanga a un bajista de puta madre para seguir con este proyecto hasta el final, pese a la creciente argentinofobia de Mauricio.



*Así sería el nuevo bajista de Pachanga según un identikit dado por la Policía Bonaerense.


Mientras esperamos a Nazareno, decidimos quedarnos en Bogotá para tratar de mover un poco el disco por acá, buscar lugares para tocar y de paso ver el mundial tranquilos en la casa de Javier. Nos costó muchísimo empezar a tocar en Bogotá, como siempre nos pasó en las capitales, pero finalmente la situación se destrabó y conseguimos tocar con el acústico en varias barcitos, hasta quedar fijos todos los lunes en el Angus bar de la zona rosa bogotana, una de las zonas más caras de Latinoamérica. Ahí estamos haciendo magia con el Nenei, tocando en un bar que está siempre vacio y en el que tenemos la dura tarea de empezar a tocar sin ningún oyente. Pero después de algunas canciones terminamos a casa llena, enfiestando a todo el mundo y hasta vendiendo los discos que todavía no podemos vender en los conciertos de Pachanga. "Le cogieron el tiro", me dijeron por ahí. Y sí, después de un año y medio de hacer esto, le agarramos la mano a un trabajo hermoso donde nuestra mayor tarea es entretener, y nosotros nacimos para entretener.
Por su parte, Pachanga debutó de local en tierras colombianas en la ciudad de Funza, muy cerquita de Bogotá, y de a poquito fueron saliendo toques en la capital gracias a la ayuda de bandas amigas. La magia pachanguera estuvo intacta en esos primeros shows en Colombia, y nos dimos cuenta de que si en algún lugar tenemos chances de lograr algo importante, ese lugar se llama Colombia.
*Pachanga rockeando en Funza y por primera vez en Colombia

Eso sí, con Pachanga no estamos viendo un solo peso. Ninguno de nosotros depende ya para vivir de los ingresos que genera la banda: Mauricio trabaja en una sala de ensayo, Javier da clases de inglés, y Valerio y yo nos hacemos unos pesos con el acústico. La movida para tocar con una banda en Bogotá es muy parecida a la de Buenos Aires: nadie te paga y de casualidad algunos te dan entradas para vender. La onda es tocar para hacerte conocido, si no sos conocido no existís, sos uno más de los miles de grupos que hay en esta gran ciudad. Pero si llegás a hacerte un nombre, cosa muy difícil de lograr –sobre todo para una banda viajera-, en la capital pueden pasar cosas mucho más importantes que en ciudades chicas como en las que venimos tocando. Por eso decidimos darle una chance a Bogotá y quedarnos un tiempito.
Insistiendo e insistiendo, hace unos días nos dieron una noticia que ha significado para nosotros como una pequeña revancha o premio consuelo con respecto a los que nos pasó con el frustrado viaje a Francia. Fuimos seleccionados por la Alianza Francesa para tocar este sábado 26 de junio en la Feté du la Musiqué en el Centro Cultural García Márquez, junto a artistas de renombre en Colombia, como Sicotrópicos y Pernet, entre otros.
Así que seguimos con toda, pasándola demasiado bien acá en Bogota y emocionándonos con Palermo y la selección. Saludos a todos!
*La pachangamanía en Bogotá


*El Nenei escalando las cumbres de Suesca
Banda de cumbia o de rock? Pachanga en Funza

*Valerio embriagándose en su cumpleaños número 25




*Argentina-Nigeria en la comodidad del hogar.