martes, 24 de agosto de 2010

La hora del Ché Trío



Nos costó un año y medio pero llegamos, estamos en el Caribe, en la hermosa Cartagena de Indias, tocando muchísimo con un Ché Trío en su mejor momento, armando la rumba en todos lados. Pero antes pasaron varias cositas que valen la pena detallar.

La Feté Du La Musiqué
Finalmente tocamos con Pachanga en la “Feté du la Musiqué” organizada por la Alianza Francesa en el Centro Cultural García Márquez de Bogotá e hicimos nuestra denuncia pública, en pleno concierto, sobre las visas que nos negó la embajada francesa. Ni bien terminó el show, se acercó un alto funcionario de la embajada y nos ofreció su ayuda para conseguir las visas de inmediato. Claro, el festival en Francia ya había pasado, pero quien te dice el año que viene.
A raíz de ese concierto, nos invitaron a tocar en un acto público para festejar el cumpleaños del Presidente Uribe y telonear al mismísimo Juanes. Al final ese concierto se suspendió unos días después porque se cayeron los auspiciantes y no se pudo financiar el evento, pero para nosotros fue un alivio por el conflicto ético que se nos creaba por tocar en el cumpleaños de semejante hijo de puta, asesino y paramilitar!!



En la juega
Días después, tuve el único momento feo en todo este tiempo viajando por Sudamérica. Recuerdo que ni bien entrados a Colombia, en el bus que tomamos desde la frontera con Ecuador a Cali, me habían dado la primer advertencia. Cuando el bus paró en la ciudad de Pasto para que todos bajáramos a comer, yo me levanté del asiento y dudé un par de minutos: “¿Bajaré las guitarras para tenerlas conmigo, por las dudas?”. Al final me decidí a bajar del bus con mis dos guitarras y el bajo, con el garrón que eso significaba, pero “si me roban una guitarra me muero”, pensé. A los diez minutos de habernos bajado, mientras estábamos cenando en la terminal, viene uno de los pasajeros y, muy nervioso, nos pregunta si vimos a alguien subir al bus y bajar con un bolso; le habían tumbado la computadora en solo unos minutos. Ahí alguien nos dijo por primera vez una expresión muy colombiana: “Acá en Colombia tienen que estar en la juega”, que significa estar en la jugada, atento todo el tiempo, porque te descuidás y te duermen.
Y yo me descuidé una tarde, a plena luz del día, en un parque del concurrido barrio céntrico y lleno de turistas de La Candelaria, en Bogotá. Vinieron dos en una moto con un cuchillo y me quitaron la novia, mi querida guitarra electroacústica Fonseca. Además, también me robaron mi micrófono, Ipod, afinador, etc; todo mi material de trabajo.

Con una ayudita de mis amigos
Ese mismo día del robo teníamos que tocar por la noche, pero totalmente deprimido y dolorido (no solo espiritualmente, sino también físicamente por un golpazo que me di al intentar salir corriendo cuando vi que se me venían los chorros), y sin guitarra, había totalmente desechado la idea. Pero Paulita, una amigaza que nos estaba alojando en ese momento, me convenció: “Ve y toca, te va a hacer bien. Lo peor que puedes hacer es quedarte acá deprimido”. Igualmente no tenía guitarra, pero siempre aparece la gente querida dispuesta a dar una mano en el momento adecuado. Nos cruzamos en la calle con Laurita, otra gran amiga que tocaba con nosotros en Cuzco, y de una me prestó la guitarra. Esa noche tuvimos uno de los shows más lindos que hemos hecho con Valerio, con muchísima gente cantando con nosotros en la paqueta Zona T de Bogotá.



Como pensábamos viajar hacia la costa en esos días, tuve que salir rápidamente a buscar una guitarra por todo Bogotá. Fue así como me encontré con “La Guerrera”, de la “prestigiosa” marca China Warrior. Gastándome todos los ahorros que tenía encima, me la llevé sin que me terminara de convencer porque fue lo mejorcito que encontré por el dinero que tenía (en Colombia hay muy poca variedad de instrumentos). Pero había que darle tiempo, como me dijo un amigo (¡gracias Rope!).
Con ganas de conocer un poco más de Colombia y aprovechar la temporada en la costa, decidimos irnos de la fría y lluviosa Bogotá a mediados de julio, después de dos meses de haber llegado a la capital. Pero Javier, guitarrista de Pachanga, seducido por el confort y las comodidades burguesas, decidió quedarse en Bogotá. Nosotros, seducidos por la aventura de la vida nómade, pero con la promesa de volver a Bogotá unos meses después para seguir con Pachanga, armamos un bolsito con lo mínimo indispensable y salimos con el show acústico del “Ché Trío”, incorporando a Mauricio en percusión.
 
 


En dirección a Taganga, hicimos una escala a mitad de camino en Bucaramanga, ciudad en la que paramos por una pura corazonada mía: “No sé por qué, pero en Bucaramanga nos va a ir bien”, les dije a los muchachos. Además, yo tenía la invitación de Nelson Plata, que sin conocerme me invitó a parar en su casa de Florida Blanca, a diez minutos de Bucaramanga (¡gracias Nelson!).
Llegamos un jueves y ya el sábado estábamos tocando en “Saxo”, uno de los mejores bares de la ciudad, gracias a la ayuda de otro amigazo, “El Duke”, que conocía a la dueña. Después de ese show (que estuvo brutal), ya para la semana siguiente estábamos contratados de jueves a domingo en “Saxo” y en otros bares de Bucaramanga, y en un centro cultural en la ciudad de “Pie de Cuesta” (a veinte minutos de Bucaramanga). También nos entrevistaron en la radio local, donde hicimos sonar las canciones de Pachanga.
Durante esos shows en Bucaramanga, nos quedamos sorprendidos del nivel de aceptación que estábamos teniendo con lo poco que disponíamos: solo una guitarra acústica, sin bajo, sin solos de guitarra, sin secciones instrumentales, con una pequeña batería, una caja vallenata y mi voz. Todo tenía que ver con la maduración a la que habíamos llegado con el show acústico, fruto de la experiencia, del aprender a manejar el público y del amplio repertorio que manejamos.


*En el "Saxo" de Bucaramanga.


*Hipponeando a lo Plaza Francia en uno de los tantos parques de Bucaramanga

Te dije que en la juega!
Pero parece que en Colombia me agarraron de pelotudo y otra vez tuve un momento de mierda que vino a fastidiarme muchísimo, a solo una semana del robo de mi guitarra. Al momento de bajarme de un bus, un tipo haciéndose pasar por loco me agarró la pierna, dejándome inmovilizado unos segundos. Yo no entendía nada y esperé a que me soltara. Cuando me bajé del bus me di cuenta al toque de que no tenía la billetera, en donde tenía mis documentos y bastante plata que habíamos cobrado el día anterior. Por suerte, alcancé a parar el bus y a agarrar al hijo de re mil puta que me había agarrado la pata. Con la ayuda de la gente que iba en el bus, me devolvieron la billetera y salieron corriendo como "ratas por tirante".
El panorama delictivo colombiano se me completó días después en Cartagena, cuando vi como linchaban a golpes y patadas a un negro que había intentado robar un taxi; la situación llegó a tal extremo de violencia que le terminaron pegando una cuchillada en el hombro, cerca del cuello, en un intento por hacer justicia por mano propia. Todavía me sigue volviendo a la mente la imagen del negro todo ensangrentado, tirado en la calle, revolcándose del dolor, víctima de un salvajismo propio de delincuentes mucho más peligrosos que él.
Pero al fin y al cabo, todos estos hechos no empañan lo hermoso de este país, la calidad de su gente y lo bien que la estamos pasando. Después del fallido intento de robo de mi billetera, yo estaba con una calentura impresionante, con ganas de irme a la mierda de Colombia, pero otra vez se dio una de esas lindas casualidades que son como señales. Tocamos esa misma noche en el Centro Cultural Kussi Huayra de Pie de Cuesta y fue el toque más lindo que hemos tenido. Por primera vez teníamos un público sentado en filas, como si estuvieran en un auditorio, que había pagado su entrada para escuchar la música de unos argentinos que se hacían llamar el “Ché Trío”. No era solo emborracharse y cantar a los gritos “Matador” o “Lamento Boliviano”, sino que era un público dispuesto a escuchar con atención nuestra música que iba desde Los Beatles y Pink Floyd hasta Soda Stereo y Calamaro.

 
*El afiche promocional del Ché Trío en Pie de Cuesta


*En el Kussi Huayra de Pie de Cuesta


*Conociendo a las santandereanas


*El Centro Cultural Kussy Huayra


*Estrenando las camisetas de la banda local "Velandia y la Tigra" (Gracias Diana)


Cartagena de Indias: la sucursal del cielo
De Pie de Cuesta decidimos irnos derecho a Cartagena, donde nos esperaban varios amigos. Enseguida nos pusimos a tocar, armando una rumba terrible, esas que se arman cuando se da esa linda mezcla de turistas y locales entre los del público. Y ahora estamos instaladísimos, tocando de miércoles a sábado en diferentes bares y fiestas de la ciudad, y con ganas de quedarnos un tiempito en este hermoso lugar.

 
*Con Felipe (Hno de Mauricio) en la muralla de Cartagena

 




*Esta es la rumba de Cartagena (Hostal Media Luna)





*Esta es la rumba de Cartagena (Scooter Pub)

 



*En la terraza del Hotel Medialuna





 




*Cuando se para Gómez, agarráte!