jueves, 26 de mayo de 2011

De gira por Costa Rica mae!

La rana emblema de Costa Rica (Parque Nacional El Arenal).

Hace dos meses que estamos viviendo y tocando en Costa Rica, recorriendo todo el país desde su costa caribe hasta las playas surfers del Pacífico. En esta entrega nos ocuparemos de Puerto Viejo y Tamarindo, dos de los puntos más famosos del país. Y de yapa, seguimos develando las canciones de nuestro último disco. No se pierdan de escuchar “Misión Tropical”, lo último de Kutimba, haciendo click en el link que les daremos al final de esta entrada.

Por buen Puerto
Puerto Viejo es la primer parada obligada para cualquier viajero que entra a Costa Rica desde las islas panameñas de Bocas del Toro. Ubicado en el caribe sur del país, Puerto Viejo tiene el encanto de los pequeños pueblos de playa pseudohippies que tanto abundan en Latinoamérica.
Esta pequeña comunidad de rastas, gringos perdidos y mochileros errantes, fue nuestro primer contacto con Costa Rica. Rápidamente íbamos a confirmar mucho de lo que habíamos escuchado hablar sobre este hermoso país, como los precios exorbitantes (es uno de los países más caros de Latinoamérica) y la importante influencia gringa en todos los aspectos de la vida tica.

De Sudamérica: noche debut en Costa Rica (todavía como Pachanga).


En el Oshiis Bar de Puerto Viejo.

Puerto Viejo fue, por un lado, una experiencia incentivante para nosotros: tocamos cuatro noches de los cinco días que duró nuestra corta estadía en el pueblo, lo que nos ilusionó y nos llevó a pensar que en Costa Rica nos iba a ir muy bien. Pero por otro lado, fue preocupante: nos pagaban menos que en Panamá en un país donde todo cuesta el doble.
Pero no nos podíamos quejar. Tocamos dos veces en el Tex-Mex, el bar más grande e importante del pueblo; también tocamos en un restaurante hindú y, la última noche, nos fuimos con broche de oro, armando un fiestón en el Oshiis bar.
A pesar de los muchos ofrecimientos para seguir tocando en Puerto Viejo, nos tuvimos que ir hacia el otro lado del país, rumbo a Tamarindo, donde yo me tenía que encontrar con mi amada madre.


Welcome to Tamagringo
La puesta de sol, lo mejor de Tamarindo.
Después de tomarme unas vacaciones con mi vieja en playa Potrero y recorriendo algunos de los tantos parques nacionales del país (el 30% del territorio de Costa Rica está conformado por parques nacionales), como el volcán Arenal y  Monteverde, me reuní de vuelta con los chicos en Tamarindo, en la costa del pacífico norte del país, donde habían alquilado un departamento por un mes.
Tamarindo se ha puesto de moda en los últimos años y ha sufrido un gran desarrollo de su infraestructura turística en constante crecimiento. Hoteles cinco estrellas, condominios y edificios de lujo, elegantes restaurantes y discotecas, hacen de Tamarindo la playa preferida de los turistas adinerados, sobre todo estadounidenses.
Pero Tamarindo dista de ser un paraíso. El calor insufrible -un calor que nunca habíamos sentido con tanto apremio- te obliga a mantenerte encerrado al lado del aire acondicionado o refrescándote en la playa, que por cierto, no tiene nada de atractivo. La tierra que levantan los autos al transitar las calles polvorientas se te pega a la piel sudorosa y se te mete en cada resquicio del hogar. Pero más allá de todo eso, Tamarindo fue una experiencia rara para nosotros: fue el único lugar de nuestro viaje en el que se podría decir que no nos fue bien.
De movida empezamos mal cuando perdimos uno de nuestros primeros trabajos en el restaurant Kahiki por llegar tarde. Y además, teníamos un problema mayor: Tamarindo está lleno de bares y restaurantes con música en vivo, pero también había muchas bandas que ya estaban con contratos fijos en esos lugares.
El único que nos dio la posibilidad de tocar y de demostrar lo que sabíamos hacer fue Sebastían, un argentino que maneja uno de los boliches más importantes del pueblo, “Pacífico”. En “Pacífico” tocábamos todos los domingos y se convirtió en nuestro único toque semanal, más allá de algún esporádico show en el Club Langosta.

Tocando en la playa de Tamarindo.

Con mamá, en el Volcán Arenal.

Pero hubo algo positivo de nuestra experiencia en Tamarindo. El día que se fue mi vieja llegó un amigo que es como un hermano, justo en mi cumpleaños número 30. Federico “el negro” Borges, al que hemos apodado “el gordo”, vino con su bajo Rickenbaker (falsificado, claro) a agregarle “peso” a la banda.
Nuestros días de ocio en Tamarindo sirvieron para dedicarnos a ensayar y ensamblar el bajo y la voz del negro en la vasta variedad de temas y estilos que hemos ido interpretando en nuestro show a lo largo de dos años de viaje por Latinoamérica. Y ahora podíamos darle nueva vida a nuestras canciones recientemente grabadas en nuestro último disco, que sin el bajo era casi imposible interpretarlas en vivo.

La nueva adquisición de Kutimba: El goldo Escueto.
Cuando ya nos íbamos de Tamarindo, cabizbajos, con un sabor amargo por no haber logrado un mínimo reconocimiento, nos invitaron a tocar en un evento en la playa. Eso obligó a estirar nuestra estadía una semana más y nos dio el tiempo para convencer al dueño de uno de los lugares más lindos del pueblo, el “Le Beach Club”, para que nos diera la oportunidad de tocar en la fiesta que se organiza allí todos los sábados. Esos últimos dos shows fueron muy lindos y especiales, y nos sirvieron para levantar un poco el ánimo.
Igualmente, después de semana santa se vino la temporada baja y tuvimos que salir corriendo de Tamarindo, rumbo a Chepe (nombre coloquial para San José), a buscar una mejor suerte. Las cosas se pondrían aún más difíciles en la capital costarricence, pero siempre, en los momentos de crisis, aparece la magia.


Con nuestra amiga, la "Vero" Taveira.




Valerio en su rutina diaria de corretear pendejas.

“Misión” cumplida!
Llegó el momento de mostrarles otra de las canciones de nuestro último disco. “Misión Tropical” fue la última canción que compusimos con nuestra antigua banda “Pachanga”, en Bogotá, a raíz de un riff de guitarra champetero que trajo Javier Toro. La champeta es un ritmo originario del caribe colombiano, más precisamente de Cartagena, que se basa en una línea melódica de guitarra eléctrica con una base rítmica bien tropical y de descendencia africana.
Es el único tema del disco que no tiene músicos invitados; somos solo Mauricio (en voz y maracas), Valerio (en batería, percusión y coros), y yo (en voz, guitarra y bajo). Tan solo hagan click en el link de abajo para escuchar y descargar "Misión Tropical", lo último de Kutimba! 
                     
                                   www.purevolume.com/kutimba