sábado, 16 de junio de 2012

En las puertas del mundo maya

El equipo completo de "De Gira" en las ruinas mayas de Copán.

En el año del fin del ciclo del calendario Maya, Kutimba llegó a las tierras del otrora reino mesoamericano que se extendía desde Honduras hasta México, en una de las giras más activas de la banda: Roatán, San Pedro Sula y Copán Ruinas en menos de dos semanas.


Amor y buena vibra en la ciudad más violenta del mundo
Cuando ya contábamos los días para irnos de Roatán, empecé a hacer contactos con gente de San Pedro Sula, la capital industrial de Honduras y lo que sería la siguiente parada del tren kutimbero. Otra vez, nuestro amigo hondureño Yankel Dickerman (felicidades papá!) sería determinante en nuestra historia, poniéndonos en conexión con gente de la movida cultural de San Pedro.
San Pedro Sula no es una ciudad turística y ni siquiera se puede decir que es un lugar bonito. Es una ciudad industrial enorme, la segunda más grande del país, y donde hemos sufrido uno de los calores más intensos del continente. Y, para colmo de males, tiene el mote de ser la ciudad más peligrosa del mundo, por su alto índice de asesinatos.
Todos estos elementos, podrán entender, hacen de San Pedro una ciudad poco atractiva para el turista, y casi ningún viajero se atreve a pasar más de una noche en algún hotel cerca de la terminal de buses, para salir rápido al otro día rumbo a las ruinas de Copán o a la costa del Caribe.
Pero San Pedro era un lugar que Kutimba no podía evitar. Más allá de estar en nuestro camino rumbo a Guatemala, San Pedro es la ciudad musical de Honduras, donde está la movida rockera del país. Además, el hecho de que no haya turistas, de que no haya gringos, nos acercaba un poco más a la cultura catracha y a la buena vibra del pueblo hondureño. Llevábamos casi cinco meses en el país, pero casi exclusivamente en Roatán, donde teníamos que hablar en inglés o quedábamos excluido de cualquier conversación o círculo social. Tanto es así que, durante nuestros últimos shows en la isla, yo ya me comunicaba con el público solo en inglés. Y casi lo perdemos a Federico, que confesaba estar "pensando en inglés". Así que salir de la isla y llegar a San Pedro fue como una bendición para nosotros, fue como volver a lo latino.
Inmersos en el calor insoportable de abril, llegamos a la terminal de San Pedro, a donde nos fue a buscar José, el dueño del "Maison Maya", un bar-restaurant que nos daría alojamiento, comida y la totalidad de lo recaudado por las entradas vendidas durante nuestros shows.
Todo el stuff del "Maison" nos recibió "calurosamente" (valga la redundancia), ofreciéndonos de bienvenida una sabrosa paella -la especialidad de la casa-, cerveza helada y, de postre, el “churro” (la verdadera especialidad  de la casa).
Por la noche, lentamente se empezó a acercar la gente al “Maison”. Nosotros, felices pensando que la gente llegaba emocionada a presenciar el show de Kutimba, más tarde nos dimos cuenta que no éramos nosotros sino la mejor “mota” de San Pedro lo que atraía a los impávidos jóvenes a los obscuros recovecos del “Maison”, en donde se dispensaba la afamada hierba a un precio accesible para las masas.

Con la mara de San Pedro Sula en el "Maison".


Rockeando en el Maison Maya.

En el "Maison" hicimos dos shows consecutivos nuestras dos primeras noches en San Pedro, volviendo a sentir esa hermosa energía característica del público catracho, o mejor dicho, del público latino, tan diferente al gringo. 
Y la tercer noche volvimos a tocar, ahora en el bar “Blue Bohemio”, alcanzando un hecho inédito en historia kutimbera: tres noches en San Pedro y tres shows. Ese tercer show fue muy tranquilo y para unas pocas personas, pero no importaba, porque ya habíamos conseguido lo que habíamos ido a buscar a San Pedro: mucho amor y buena vibra en la supuesta “ciudad más violenta del mundo”.


Copán Ruinas: “Así es lindo andar de gira che!”
El pueblo de Copán, al lado de las famosas ruinas mayas del mismo nombre y a pocos kilómetros de la frontera con Guatemala, era nuestro próximo destino. Y como sucedió cuando fuimos a San Pedro Sula, llegamos a Copán directamente a tocar, después de tres show consecutivos en San Pedro.
Gracias al viejo Duane Forrest, un músico canadiense que habíamos conocido en Roatán pero que residía en Copán, dirigiendo y financiando una escuelita de música para los chicos del pueblo, conseguimos un show en la discoteca “Papá Chango” de Copán. El show, que se pautó con un mes de anticipación mientras nosotros todavía estábamos en Roatán, jamás hubiera sido posible sin la inestimable ayuda de Duane, que nos recomendó muchísimo en todos los bares de Copán. Hubiera sido inconcebible para unos ignotos recién llegados como nosotros haber conseguido semejante arreglo, que incluía, a cambio de nuestro show de aquél sábado por la noche, cincuenta dólares por músico, dos noches de hotel y una cena en un distinguido restaurant.
Como a las siete de la tarde, ni bien nos bajamos del bus que nos traía desde San Pedro, nos subimos a la camioneta del Chango, el dueño del “Papá Chango” que nos había ido a buscar a la terminal. Nos fuimos directamente del bus a la discoteca a hacer sonido, para así tener tiempo de bañarnos y arreglarnos en las dos habitaciones de hotel que nos esperaban. Y, minutos antes de tocar, nos fuimos a reclamar nuestra cena gratis en el restaurant Vía Vía. Así es lindo andar de gira che!

En el Vía Vía de Copán.

Duane Forrest, negro querido!



Después del show, nos fuimos a dormir conformes porque a la “people” le gustó. Pero al día siguiente, no había tiempo de descansar. Había que ponerse en campaña para conseguir más toques y así definir si nos quedábamos en Copán o nos íbamos a Guatemala.
Así salió otro gran contrato para el recuerdo kutimbero en el bar-restaurant Vía Vía. También gracias a Duane, que les habló maravillas de nosotros a los dueños belgas del bar, conseguimos hacer un show en el Vía Vía a cambio de 100 dólares, más una hermosa habitación de hotel por una semana, una semana de desayunos a la carta y las tres comidas el día del show. Era un arreglo perfecto, sobre todo pensando en un Copán completamente vacío por la temporada baja. Además, la semanita de hospedaje y desayunos gratis, nos daba tiempo para conocer el pueblo y los alrededores, visitar las famosas ruinas mayas, y todo sin gastar un peso, lo que salvaguardaba nuestros ahorros conseguidos en Roatán para tiempos más difíciles que se vendrían en el futuro.
 
En las ruinas de Copán.

Afiche promocional en las calles de Copán.



Rumba kutimbera en el Vía Vía.

Pasamos una tranquila semana en Copán, descansando en nuestro hermoso hotel y pasando el tiempo con nuestros amigos argentinos de la banda Ñanta, con quienes compartimos mucha música y “porro” (estoy hablando demasiado del faso, no? Y eso que no fumo...te lo juro mamá!!).
Durante la semana, nos fuimos a conocer las famosas ruinas mayas conocidas por ser la capital artística del imperio, por su refinado pulido tridimensional de las ornamentaciones en piedra. Con nosotros fue Germán, uno de los Ñanta que decidió dejar la banda y viajar con nosotros para así desarrollar y promocionar su show solista, que comenzó siendo el acto de apertura de Kutimba en San Pedro Sula. Con Germán y Gisella, ya somos cinco en el colectivo de “De Gira Por Latinoamérica”.
Después de nueve días en Copán y un hermoso show a casa llena en el Vía Vía, los Kutimba tomaríamos diferentes caminos y la banda se separaría por casi un mes, para reencontrarnos finalmente en la Antigua Guatemala.


 


 


Gisella en la cancha de pelota Maya (el equipo perdedor era sacrificado).






Arte Maya


Federico de día

Federico de noche.

Gisella vendiendo sus artesanias durante los shows de Kutimba.


Con Germán y Gisella