lunes, 16 de julio de 2012

Honduras: Epílogo


Honduras fue, para nuestra sorpresa y en contra de todos los vaticinios, el país donde mejor trabajamos del viaje (seguido de cerca por Panamá). Y más allá del aspecto económico, Honduras fue un lugar muy importante de difusión de nuestra música original: fue el país donde vendimos la mayor cantidad de discos de Kutimba (120 ejemplares de la segunda edición que hicimos en Tegucigalpa).
Todo esto cobra una importancia extra si tenemos en cuenta todo lo que habíamos escuchado sobre este país antes de conocerlo. Mas allá de haber sido un país víctima de un golpe de estado tan solo tres años atrás, y con todo lo que eso implicó (restricciones a la libertad de expresión y a la libertad de prensa, asesinados y desaparecidos, etc), desde que entramos a Centroamérica la gente nos viene hablando pestes de Honduras.
Los medios de comunicación son grande propagadores de informaciones, en su mayoría falsas. Y Honduras es, para los informativos de TV de los países vecinos, el hogar de salvajes bandas delictivas llamadas “maras”, y los titulares de los diarios nos advertían que Honduras es “el país más peligroso para los periodistas” y San Pedro Sula “la ciudad más peligrosa del mundo”.
Pero nosotros, lejos de darle cabida a los medios de comunicación amarillistas centroamericanos, tenemos una fuente de información que ha sido una guía muy poderosa en nuestro viaje, que es lo que nos cuentan otros viajeros, sobre todo artesanos, músicos y toda esa gente que viaja como nosotros, sin una fecha de regreso y financiando su viaje con alguna actividad que, en muchos casos, nunca habían hecho antes, y que es fruto de las ganas de viajar y la necesidad de sobrevivir, impulsos vitales que te empujan a poner en marcha tu creatividad y a desarrollar todo tu potencial personal (como siempre decimos, para viajar y para hacer cualquier cosa en la vida, no hace falta plata, sino solo ganas, intención y deseo). Pero los “locos” viajeros también nos hablaban mal de Honduras (sobre todo, decían que era un país donde era muy difícil trabajar) y cruzaban el país en la menor cantidad de días posibles.


En las ruinas mayas de Copán

En la isla de Roatán

Buceando entre corales y tortugas en Roatán

Por suerte, hicimos caso omiso de toda advertencia (si hubiéramos hecho caso a todos los que nos decían que un lugar era peligroso, no salíamos de casa). Porque en Honduras conocimos uno de los lugares más lindos que hayamos visto, como la isla de Roatán. Y vivimos cosas insólitas, como firmar autógrafos en un pedazo de servilleta en Tegucigalpa, hacer bailar con nuestra canción “Latinoamericano” a un grupo de marines del ejército norteamericano que había peleado en Irak y Afganistán, tocar en un escenario montado en el parking del mall de Coxen Hall en Roatán, y la lujosa mini gira kutimbera “Roatán-San Pedro Sula-Copán”, parando en hoteles de primera clase, con comidas incluidas, todo pagado por los bares que nos contrataban.
Honduras fue todo esto y mucho más, por eso le vamos a estar eternamente agradecidos a este hermoso país y a su gente. Pero basta de chácharas. Esta entrada, además de servir como una especie de reflexión sobre todo lo que vivimos en Honduras por casi cinco meses de nuestras vidas, era más que nada una excusa para mostrarles unas lindas fotos (la mayoría de Federico) que nos habían quedado por ahí. Esperemos que les guste esta entrada, especialmente dedicada a los que pedían más fotos (Justina, Nacho y Rodrigo), y ya se viene la próxima entrada con todo lo experimentado en otro país fascinante: Guatemala.

En el Vía Vía de Copán


Playas paradisíacas en Roatán

Firmando autógrafos en Tegucigalpa


Atardecer en Roatán (fotazo del negro).













Tegucigalpa



Copán



El color del caribe en Roatán



El banner promocional más grande que hayamos tenido, hecho por la discoteca "Papá Chango" de Copán.



Las pibas argentinas se llevaron tres discos de Kutimba en su paso por Roatán.



Ruinas de Copán


Rumba Kutimbera en Copán.


Cartel promocional de la despedida de Kutimba de Roatán, en el Lands End Resort.



Un Valerio sesentoso en Copán Ruinas.