martes, 5 de enero de 2010

Ecuador!






Buscando el nuevo Cuzco
Cuando llegó el momento de dejar la ciudad del Cuzco, en donde tan cómodos estábamos, en donde tanto trabajo teníamos, nos ahondó la sensación de si estábamos haciendo lo correcto, de si íbamos a encontrar otro lugar tan bueno para hacer música y a su vez tan hermoso y con tanta magia ¿Nos perdonaría Dios por haber dejado su paraíso?
Al salir de Máncora, nos propusimos encontrar el nuevo Cuzco. Habíamos escuchado hablar de una ciudad en Ecuador que se le parecía bastante. Una ciudad colonial, ubicada en la sierra ecuatoriana, de mucha vida cultural, en donde se estaba realizando en ese momento una bienal de arte, que es una exposición de arte que se hace cada dos años en diferentes puntos de la ciudad, con artistas de todo el mundo. Pero antes tuvimos que atravesar la frontera más caótica de Sudamérica, la que divide al Perú del Ecuador.
Después de siete meses, abandonábamos un país que nos había dado todo. Y pensar que la idea original de nuestro viaje era llegar en un mes a Colombia…qué ingenuos!
Nos despedimos del Perú de la mejor forma que podíamos, con el mejor show de Los Discípulos de Alkachofa hasta el momento. Tocamos en un bar ubicado frente al mar y llenamos de gente la playa, solo nosotros dos. Ahí Valerio me dijo: “Boludo, nosotros dos podemos llegar a donde queramos”. Era una época en que el ánimo de la Pachanga comenzaba a decaer: los colombianos de la banda estaban en una época bastante inestable, en donde no sabían bien lo que querían y en donde la cercanía de su tierra les tiraba más a volver que a seguir viajando en la incertidumbre. Más tarde se darían cuenta de que la Pachanga era su vida. En cambio, Valerio y yo siempre tuvimos bien en claro lo que queríamos.
Después de tocar, dormimos unas horas y bien temprano salimos para el Ecuador. Y en ese pequeño viaje de dos horas desde Máncora hasta que salimos del Perú, nos quiso cagar todo el mundo. Esa frontera llena de garcas y corrupción nos dejó un gustito final amargo del Perú y sentimos un gran alivio al haber cruzado al Ecuador.
Finalmente llegamos a la ciudad de Cuenca, un lugar hermosísimo, pero que lejos estaba de ser un nuevo Cuzco. Comenzar a tocar fue difícil, como en todo lugar nuevo al que llegamos. Nadie te conoce y nadie se quiere arriesgar a invertir en un producto desconocido.
Lo primero que conseguimos para tocar fue en el Café Zoociedad por tres noches seguidas. La primer noche hubo poca gente, pero para la segunda se había corrido la bola, y el lugar explotó al ritmo de la Pachanga. Se armó una rumba que nos hizo acordar mucho a esas noches mágicas del Kilómetro Cero en Cuzco. Yo les había dicho a los chicos: “Si logramos generar lo que generamos en el Cuzco, la hacemos”.







*Rumba en el Café Zoociedad



*En el Café Eucalipto




*En una discoteca cuencana









Pero en el tema económico no la hicimos. Gastamos más de lo que ganamos. Ya de movida encaramos mal el tema. Nos regalamos por las entradas en el Café Zoociedad, y cuando conseguimos un toque en el lugar más exquisito de Cuenca, el Café Eucalipto, refugio nocturno de los “pelucones” (como le dicen a los chetos de guita en Ecuador), no sabíamos cuanto cobrar y terminamos pidiendo 100 dólares. “De ahí bajamos”, pensamos. Acostumbrados a los precios del barato país del Perú, donde lo máximo que habíamos cobrado habían sido U$80, pensábamos que U$100 era una fortuna. Pronto nos dimos cuenta que el Ecuador dolarizado era un país bastante más caro que el Perú y, preguntando, nos enteramos que las bandas cobraban un mínimo de U$250. Y una vez que te regalás, ya es muy difícil que te valoren más.
Así que al cabo de dos semanas, con déficit en la balanza comercial, decidimos salir hacia Montañitas, la famosa playa ecuatoriana que tanto prometía. Pero antes hicimos un poco de turismo en el parque nacional “Cajas”. No hacíamos turismo desde el Valle del Elqui en Chile (Valerio había ido a Machu Pichu, pero había sido expulsado del parque en tiempo record: 30 minutos. Así que fue una experiencia que casi no valió).





*Parque Nacional Cajas




*Todo el grupo de camping: (de izq. a der.) El negro, el nenei, Megan. Nikki, Lisandro y Eva.
















Para terminar, le dejamos este video en vivo de la última canción del disco de Pachanga, “Rumba que sabe a rumba”. Editado por nuestro gran amigo Yankel Dickerman, hicimos el video porque la Chevrolet de Quito nos pidió un video para una posible contratación para tocar en las fiestas de Quito y navidad, y hasta para grabar un single publicitario, después de que los encargados de eventos de dicha empresa nos vieran en el Café Eucalipto. Con la contratación finalmente no pasó nada, pero nos quedó este humilde video, que entre otras cosas, cuenta con la particularidad de ser el estreno del logo de Pachanga, creado por Yanquel, y que fue el punta pié inicial para la página web de pronto estreno.










Link de YouTube pa' la pantalla gigante:
http://www.youtube.com/watch?v=aZ_4xSfMES8