domingo, 19 de abril de 2009

Valparaíso

Los discípulos de Alcachofa



-¿Te parece que toquemos acá?
-Y no sé, no hay nadie.
-Y probemos.
-Vos decís. Pasa que yo casi no canto vieja, que vamos a hacer.
-Y no sé, esos reggaes que vos sabés.
-Y bueno, dale.

Con todas esas dudas encima, nos metimos en el único bar de Valparaíso que tenía un poco de gente ese frío martes por la noche. Pelamos la guitarra y la percusión, y nos cantamos tres temitas que nos sacaron ese miedo del debut, al día siguiente de nuestro arribo a Viña del Mar.
Y así, todas las noches nos escapábamos de la “cuica” (cheta) Viña, donde estábamos alojados en lo de una "amiga", para ir a la hermosa Valparaíso –que por algo tiene la palabra paraíso metida en su denominación-, a solo diez minutos de Viña.
El miércoles por la noche, ya con una Valparaíso despierta, que respira música y arte en cada esquina, entramos al “Ritual”, unos de los tantos bares bohemios de las calles aledañas a la plaza Aníbal Pintos. Al pedirle permiso a la dueña argentina del bar para tocar y pasar la gorra por las mesas, ella nos señala a un hombre que estaba sentado en la barra, con una guitarra y un sombrero tanguero en la cabeza: “Él está primero”.
El flaco, alto y de bigotes, se presentó y nos dijo que toquemos nomás, que no había problema. “Soy Alcachofa. Si quieren toco con ustedes”, nos dijo con su acento porteño inconfundible.
Después de improvisar juntos unos temas de Bob Marley, nos convidó un poco de Pizco y nos soltó sus primeros consejos, curtidos de la experiencia de vivir en la calle, tocando en los bares y plazas. “Vos pibe tenés que cantar más alto, sacar la voz para afuera, impostándola. La gente lo que escucha es la voz, y si eso se pierde perdés la atención de la gente. Ya lo vas a lograr con el tiempo. Valerio no puede bajar el volumen, porque él lleva la fiesta, el ritmo”. Al principio no dejaba de recordarnos a ese típico “porteño de ley”, ese que se las sabe todas y te lo hace saber. “Es un chamuyero”, decíamos con Valerio.
Pero pronto nos dimos cuenta que trataba de ayudarnos, de darnos una mano para meternos en el ambiente. Esa misma noche nos llevó a “El Canario”, donde tocaba un dúo de salsa y música latinoamericana muy bueno y bastante conocido en la bohemia de “Valpo”, y el gran Alcachofa habló con los músicos para que nos dejaran tocar antes que ellos, con su sonido. Y así nacieron “Los discípulos de Alcachofa”, el dúo que conformamos con “el loquito” Fayad.
*El Alcachofa al bajo fretless (Alcachofa significa alcaucil).


Esa misma noche, increíble por cierto, comenzamos a conocer la gente de Valpo, todos conocidos de Alcochofa, famoso por esos pagos. Gente increíble, bondadosa, solidaria, todos artistas, músicos, actores, pintores y escultores, que se movían por esa ciudad mágica que es Valparaiso, un lugar hermoso que nunca habíamos imaginado. Con sus casitas de colores, humildes pero preciosas, asentadas en la altura de sus sierras, mirando hacia el puerto y el enorme mar, siempre el mar dándole el toque final a la pincelada de ese cuadro lleno de coloridos matices llamado Valparaíso. Y su gente, lo más importante. Nos abrió las puertas de sus casas, nos ofreció todo lo que tenía. En Valpo todo se comparte.
Y lo mejor que nos pudo haber pasado fue que la dueña de la casa de Viña en la que estábamos parando nos haya echado a la calle, por vaya a saber uno que causante de malestar le afectaba por esos días, de esos que les afectan a las mujeres histéricas: menstruación, un zorete petrificado en el intestino delgado, o simplemente la falta de una buena verga, hablando mal y pronto.
Ese mismo día, salimos para Valpo con todas nuestras cosas, y al menos cinco casas se pusieron a nuestra disposición, para que nos quedemos el tiempo que quisiéramos. “Es solo devolver la mano”, nos decían. Esa mano que alguna vez ellos recibieron y que les fue de gran ayuda, se devuelve en cualquier momento, a cualquier otra persona, sabiendo que lo que uno da siempre vuelve de alguna manera. Y para que no quede resentimiento con las mujeres, todos los hogares que nos ofrecieron pertenecían a mujeres “del palo”, esas que no se hacen problemas por boludeces.
Y para terminar, tengo que volver a remarcar el corazón de los chilenos, o por lo menos de los chilenos que nos cruzamos. Y en este punto se nos cayeron todos los prejuicios de mierda que uno lleva, de esos prejuicios patrioteros, que nos hacen odiar a los hermanos de otros países –como si fueran una especie diferente- por decisiones de gobiernos fascistas y dictatoriales, como es el caso de Pinochet en Chile y los conflictos por la Patagonia y su ayuda a Inglaterra en la guerra de Malvinas. Una cosa son los poderosos, los gobernantes abyectos a la política del imperio y las maniobras de las potencias que siempre buscaron separar a Latinoamérica para poder dominarla mejor. Y otra cosa muy diferente es el pueblo latinoamericano, que cuando uno va con buena onda te abre su corazón, sin importar a qué país pertenezcas.
De Valpo nos fuimos a dedo a Coquimbo con nuestros amigos chilenos, y de ahí a acampar al precioso Valle del Elquí. Ahí nos despedimos de esos amigos entrañables que hicimos en Valparaíso, con los que tendremos una amistad eterna que dista de ser efímera, a pesar de las distancias.
2000 kilómetros recorrimos a dedo, en un viaje durísimo por el desierto de Atacama, pero siempre con la buena compañia de los camioneros, con los que hablamos noches enteras de las diferencias y semejanzas entre Chile y Argentina. Y no puedo dejar de mencionar a Marcelito, que nos llevó en su camioneta en el tramo más difícil para que nos levanten, los 700 km que hay entre Antofagasta y Arica, en la frontera con Perú.
Hoy estamos en Arequipa, Perú, hospedados en la casa de una familia que nos ha dado todo, y en unos días partimos para el Cuzco, pero esa ya es otra historia.






*El mate y las marraquetas, la base de nuestra alimentación.










*Negro, gracias por la camara, de corazón...pero entre nosotros, que pedazo de poronga!!

*Chilenas del palo!


*Chileno del palo!

"Queridos discípulos:
Busquen su propia luz, es la mejor que pueden brindar. Nosotros somos generadores de nuestro propio porvenir. Deseen la claridad y con el tiempo la obtendrán. Entreguen genuinamente su modo de amar, con la transparencia se dan las prosperidades, y se recibe el doble de lo que se dió. Abrazo y luz pa' ustedes!
Alkachofa" (Carta de despedida de Alcachofa a sus discípulos)